Sucedió en
pleno otoño, se imaginan, en un pueblo- ciudad turística inserta en un valle
cordillerano, rodeada de cerros boscosos y un lago, faltaba más. En pleno otoño
sucedió, cuando las hojas caen como lluvia seca y el cielo ,vaya a saber por
qué causa muestra la luna en cuarto menguante, extraña coincidencia pues podría haber ocurrido con luna llena o
creciente. Las hojas, displicentes e
irónicas, caen emborrachando la vista con colores de pinturas de paisajes. Y
sí, la huelga de los trabajadores municipales comenzó en otoño, días y días sin
recoger la basura, sin barrer las calles. Al principio se veían algunas bolsas
negras en los basureros hogareños pero luego poco a poco la basura comenzó a
desbordarse invadiendo las veredas y los jardines. Algunos vecinos, conscientes
del peligro de posibles enfermedades provocadas por estos desperdicios,
llevaron en sus autos o camionetas las bolsas al basural municipal, otros se
negaban ¡¿Para qué pagaban los impuestos?!
Las hojas
fueron tapando la basura, las que se mantenían en las bolsas y las que fueron
desparramadas por los perros. Aparecieron las ratas. En fiesta, los gatos comenzaron a practicar
su instinto salvaje, los perros se olvidaron de su eterna búsqueda de sobras¿
Porqué no seguir a sus eslabones inmediatos de la cadena ecológica? No iban a
estar solos, seres invisibles como duendes, pacientes como la eternidad, se encontraban expectantes; bacterias y
virus esperaban la oportunidad. Se
sumaron los chimangos, ávidos, tenían comida como para un festín, ya que
estaban se quedarían para la época de nevadas, no viajarían dos veces. Así que
hasta ahora tenemos: otoño, huelga de municipales, basura, perros, gatos,
ratas, microbios, chimangos.
En el espacio
aéreo no solo volaban las hojas con el viento, los seres microscópicos, la
humedad y los chimangos sino que las voces humanas, enloquecidas ante tanto
desatino, proclamaban su disgusto por las radios locales, aquí sí no hubo un
orden como ocurría en la cadena alimenticia, aquí salían caóticas del
inconsciente y del consciente; egoísmo, nobleza, coherencia, incoherencia,
opiniones democráticas, antidemocráticas y las disquisiciones más asombrosas que
pueda elaborar el cerebro humano. Las culpas recayeron sobre ; el Intendente, los trabajadores que reclamaban un justo
pedido de sus reivindicaciones salariales,
los concejales, los políticos en
campaña ya que pronto habría elecciones, los locutores que leían mensajes
enviados por oyentes. Las voces acusadoras provenían de vecinos que cumplen con
sus impuestos y los que no ¡¿ Se imaginan los choques en el aire de la telaraña
de ondas energéticas contra los microbios, la luz, las hojas y la volatilidad
de los desechos humanos?!
Mientras tanto la basura era tapada por una capa de hojas
secas multicolores y así el pueblo- ciudad turística fue invadido por esta pestilente alfombra. En las veredas era tal
la cantidad de hojas que las pisadas debían hacerse levantando las piernas,
como en la época en que la nieve cae seca y se acumula de manera impúdica.
Pasado el
tiempo la peste insinuó su presencia, aún está latente, aunque las elecciones
ya ocurrieron y el conflicto por el momento quedó en espera. De manera asombrosa, como reacción a unos días más
cálidos, florecieron rosas en algunos jardines. En muchos otros aún deambulan
las ratas, perseguidas por los gatos, custodiados por los perros en alerta. Los
chimangos continúan sobrevolando ¿Para
qué regresar a los cerros si pronto llegarán las nevadas? Y los humanos siguen
con sus rutinas y con su caos y sus injusticias sociales.
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