viernes, 21 de diciembre de 2018

El solsticio de verano en el hemisferio sur está previsto para el 21 de diciembre

El solsticio de verano en el hemisferio sur está previsto para el 21 de diciembre

El solsticio de verano en el hemisferio sur está previsto para el 21 de diciembre a las 7:44 hora argentina. Se trata del momento en que el sol se “detiene” en su viaje aparente al sur. La palabra solsticio significa “sol quieto” y alude a esta detención.
En el solsticio de verano del hemisferio Sur el Sol alcanza el cenit al mediodía sobre el Trópico de Capricornio, y en el solsticio de invierno alcanza el cenit al mediodía sobre el Trópico de Cáncer. Ocurre dos veces por año: el 20 o el 21 de diciembre, este año, el 21, y el 21 o el 22 de junio de cada año.
A lo largo del año la posición del Sol vista desde la Tierra se mueve hacia el Norte y hacia el Sur. La existencia de los solsticios está provocada por la inclinación del eje de la Tierra sobre el plano de su órbita.
En los días de solsticio, la duración del día y la altitud del Sol al mediodía son máximas (en el solsticio de verano) y mínimas (en el solsticio de invierno) comparadas con cualquier otro día del año. En la mayoría de las culturas antiguas se celebraban festivales conmemorativos de los solsticios.
En zonas templadas, las fechas de los solsticios son idénticas a las del paso astronómico de la primavera al verano y del otoño al invierno. Las fechas del solsticio de invierno y del solsticio de verano están invertidas en ambos hemisferios.
El día del solsticio de diciembre es la noche más larga del año en el hemisferio Norte y la más corta en el hemisferio Sur.
En el polo Norte nunca sale el Sol. Siempre se mantiene 23° abajo del horizonte.
El 21 de diciembre en el hemisferio Sur comienza el solsticio de verano.
Vía: aimdigital

miércoles, 19 de diciembre de 2018

ESE PÁLIDO PUNTO AZUL; LA TIERRA, NUESTRO HOGAR




Mira ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestro hogar. Eso somos nosotros. Ahí ha vivido todo aquel de quien hayas oído hablar alguna vez, todos los seres humanos que han existido. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cada cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y cada campesino, cada joven pareja enamorada, cada niño esperanzado, cada madre y cada padre, cada inventor y explorador, cada maestro moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y cada pecador en la historia de nuestra especie vivió ahí: en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol. La Tierra es un muy pequeño escenario en una vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades cometidas por los habitantes de un lugar del punto sobre los apenas distinguibles habitantes de alguna otra parte del punto. Cuán frecuentes sus malentendidos, cuán ávidos están de matarse los unos a los otros, cómo de fervientes son sus odios. Nuestros posicionamientos, nuestra supuesta importancia, el espejismo de que ocupamos una posición privilegiada en el universo … Todo eso lo pone en cuestión ese punto de luz pálida. Nuestro planeta es un solitario grano de polvo en la gran penumbra cósmica que todo lo envuelve. En nuestra oscuridad —en toda esa inmensidad—, no hay ni un indicio de que vaya a llegar ayuda desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos. Dependemos sólo de nosotros mismos. La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Colonizar, aún no. Nos guste o no, en este momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos. Se ha dicho que la astronomía es una experiencia de humildad, y yo añadiría que también forja el carácter. En mi opinión, no hay mejor demostración de la locura que es la soberbia humana que esta distante imagen de nuestro minúsculo mundo. Para mí, recalca la responsabilidad que tenemos de tratarnos los unos a los otros con más amabilidad y compasión, y de preservar y querer ese punto azul pálido, el único hogar que jamás hemos conocido.
Carl Sagan (9 de noviembre de 1934 – 20 de diciembre de 1996)

Farmacéuticas están llevando a la extinción a un animal que lleva en la tierra mas de 475 millones de años

Farmacéuticas están llevando a la extinción a un animal que lleva en la tierra mas de 475 millones de años

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Una de las especies que más se merece el título de fósil viviente, el cangrejo herradura del Atlántico (Limulus polyphemus), puede desaparecer para siempre de la Tierra si no se adoptan medidas para controlar la explotación de su sangre de color azul por parte de las empresas farmacéuticas.
Las especies del orden de los xifosuros -al que pertenece el cangrejo herradura del Atlántico- han evolucionado muy poco durante los últimos 475 millones de años pero ahora se encuentran en una difícil situación a causa de la acción de los humanos. Aparte de la utilidad farmacéutica de su sangre, el grupo de animales al que pertenece el cangrejo herradura se encuentra en la lista de especies vulnerables o en peligro de extinción por otros motivos como el cambio climático y la contaminación.
La joven activista Caitlin O’Connor ha puesto en marcha a través de la plataforma Change.org una campaña de recogida de firmas para pedir a los responsables de la Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos (FDA) y la Administración de Protección del Medi oambiente (EPA) la adopción de medidas para reducir la muerte de cangrejos herraduras en la producción de substancias de utilidad farmacéutica. La iniciativa se puso en marcha el pasado mes de diciembre y tiene como objetivo la recogida de 35.000 firmas.
La propuesta de Caitlin O’Connor no pretende prohibir la utilización médica de la sangre o hemolinfa de los cangrejos de herradura sino evitar que la extracción de este líquido de color azul provoque la muerte del animal y, de forma paralela, la búsqueda de alternativas sintéticas que en el futuro eviten más daños a esta singular especie.
 
Pese a lo que indica su denominación popular (cangrejo herradura), el Limulus polyphemu se encuentra filogenéticamente más cerca de las arañas que de los cangrejos. Los ejemplares adultos miden hasta 50 centímetros de largo y tiene un cuerpo segmentado en forma de caparazón con en tres lóbulos, mientras que las patas, apéndices y ojos se situan en la zona ventral. Se conocen poblaciones de esta especie en Golfo de México, el Atlántico Norte y en la costa norte de Vietnam. Vive en los fondos marinos de arena y se alimenta de moluscos, gusanos y otros invertebrados.
La sangre o hemolinfa de los cangrejos de herradura contiene hemocianina, una proteína rica en cobre, que hace las funciones de transporte del oxígeno a través del organismo del animal. En contacto con el oxígeno, la hemocianina se vuelve de color azul. La hemolinfa de esta especie contiene también amebocitos, semejantes a los leucocitos de los vertebrados, las cuales reaccionan ante las endotoxinas bacterianas coagulándose. El extracto de la sangre de este animal, el Limulus Amebocyte Lysate o LAL se usa para verificar la presencia de endotoxinas en inyectables parenterales.

lunes, 17 de diciembre de 2018

el megalodón —uno de los depredadores más grandes que jamás hayan existido— pudo haberse extinguido a causa de la enorme dosis de radiación que golpeó toda la Tierra.

La explosión de una estrella lejana habría extinguido al depredador más grande de los océanos

CC0 / Mary Parrish
CIENCIA
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Los científicos analizaron las formaciones geológicas del fondo marino y lanzaron la hipótesis de que el megalodón —uno de los depredadores más grandes que jamás hayan existido— pudo haberse extinguido a causa de la enorme dosis de radiación que golpeó toda la Tierra.
Nuestro planeta ha sobrevivido a numerosas catástrofes planetarias. Una de las más desastrosas sucedió hace 2,6 millones de años, cuando culminó la época geológica del plioceno y se abrió paso el pleistoceno. Entonces la temperatura media del planeta cayó, el continente africano se volvió más árido, en los polos aparecieron los cascos glaciares y los continentes se sumieron en la era de hielo.
Los cambios climáticos tuvieron una gran repercusión en la vida del planeta. Forzaron la evolución y migración de nuestros antepasados, pero también llevaron a la desaparición de una serie de especies de la megafauna, incluido el depredador más grande de la época: el megalodón. Este gigantesco tiburón prehistórico podía medir 18 metros de largo, sus afilados dientes eran del tamaño del antebrazo de un hombre adulto y la fuerza de su mordisco alcanzaba unos increíbles 18.000 kg/cm2.
La seria reducción en la diversidad de las especies marinas habría tenido un serio impacto en la dieta de estos tiburones, que constaba de ballenas, focas y otros grandes animales marinos.
No obstante, los datos recopilados por una reciente investigación publicada en la revista Astrobiology, vinculan su desaparición con otro evento catastrófico que ocurrió hace 2,6 millones de años. Las muestras de sedimentos tomadas del fondo marino revelaron un enorme estallido de partículas radiactivas que fueron irradiadas al mismo tiempo que tuvieron lugar las desapariciones de los grandes depredadores.
Reconstrucción gráfica de un megalodón, donde cada raya representa un metro de largo
Reconstrucción gráfica de un megalodón, donde cada raya representa un metro de largo

Agonía de una estrella

Las estrellas son enormes reactores nucleares que fusionan el hidrógeno y el helio en otros elementos que componen la materia que nos rodea. Una vez que consumen la mayor parte de ese combustible, explotan mediante un fenómeno estelar conocido como supernova. Si esto sucede lo suficientemente cerca —hasta 160 años luz de la Tierra- entonces las partículas cósmicas altamente energizadas penetran en la atmósfera terrestre y afectan a la vida del planeta.
Por ejemplo, la alta concentración de isótopos como el hierro-

jueves, 13 de diciembre de 2018

Gemínidas 2018: la lluvia de estrellas del meteoro apodado ‘La roca de Navidad’


Gemínidas 2018: la lluvia de estrellas del meteoro apodado ‘La roca de Navidad’

El espectáculo más brillante y regular del año en el cielo, con hasta 100 meteoros por hora, tendrá su mayor visibilidad esta noche y a primeras horas de la madrugada



Lluvia de estrellas Gemínidas sobre el faro de Tokarevsky en Japón. En vídeo, dónde y cuándo ver este fenómeno. GETTY IMAGES


Si hay algo que también vuelve siempre por Navidad y no es el turrón ni la lotería, es la lluvia de estrellas conocida como Gemínidas, que representa uno de los espectáculos astronómicos más brillantes, hermosos y regulares del año para ser contemplados a simple vista. Tal vez tengan más fama las conocidas como Perseidas o ‘lágrimas de san Lorenzo’ por producirse en verano y ser más fácil su observación debido a los cielos despejados, pero las Gemínidas, además de ser la primera lluvia de estrellas relacionada con un asteroide, también representa la última que fue descubierta.
Las Gemínidas, que se pueden observar en ambos hemisferios del planeta, aunque se ven mejor en el norte, tendrán su mayor intensidad de entrada en la atmósfera en las últimas horas de la noche de hoy y primeras de la madrugada de mañana, viernes. Si bien tienen su máxima concentración cada año en el mes de diciembre, en esta ocasión su periodo de caída se sitúa entre los días 7 y 17.


El evento astronómico es reciente si tenemos en cuenta lo que supone el paso del tiempo en el Sistema Solar, y que se observa solo desde el siglo XIX, aunque su origen resultó un misterio durante más de 120 años y en la actualidad sigue rodeado de enigmas. En comparación con otras lluvias de estrellas como las Perseidas, que fueron documentadas en el año 36 de nuestra era, o las Leónidas, descubiertas en el año 902, las Gemínidas apenas tienen unas horas de vida en nuestro conocimiento, ya que no fue hasta 1983 cuando dos astrónomos de la Universidad británica de Leicester, Simón Green y John Davies, descubrieron un cuerpo celeste con una órbita muy inusual mientras trabajaban con el telescopio del Satélite Astronómico Infrarrojo (IRAS) en busca de galaxias en formación y discos de polvo donde se forman planetas.
Green era un estudiante de doctorado y Davies un investigador posdoctoral que se turnaban en su trabajo. Green fue quien primero vio a Faetón, originalmente designado 1983 TB, y rebautizado como 3200 Faetón (Phaethon), aludiendo al hijo del dios griego del Sol, Helios, al orbitar más cerca del Sol que cualquier otro asteroide conocido hasta entonces. El astrónomo de Harvard, Fred Whipple fue capaz, poco tiempo después, de vincular el objeto rocoso recién descubierto con los meteoros de las Gemínidas, y así fue como, por primera vez, un asteroide en vez de un cometa dejaba una lluvia de estrellas sobre la Tierra.
Pero Faetón, desde su descubrimiento, ha sido considerado un extraño objeto de color azul que, si bien se tiene constancia de que se trata de un asteroide rocoso muy particular, se comporta como un cometa en su órbita. Por este motivo no faltan los debates en busca de su pasado y de su verdadera identidad.


El año pasado, este objeto flotante que nos visita cada año, se acercó a la Tierra como nunca lo había hecho desde 1974, lo que dio a los astrónomos la oportunidad de estudiarlo con un detalle sin precedentes. Lo de descubrieron los científicos no hizo más que ratificar sus teorías, ya que el enigma sobre él es ahora más grande aún.
Un equipo científico internacional liderado por la Universidad de Arizona utilizó telescopios en Hawái y Arizona para estudiar a Faetón en su paso más cercano a la Tierra. Corroboraron que el asteroide azul tiene esa superficie de roca igual por todas sus partes, lo que significa que el Sol lo ha tostado por igual en su pasado reciente. La mayoría de los asteroides conocidos son de una gama de colores que van del gris al rojo según sea su superficie, por lo que encontrar un asteroide azul es ya de por sí muy extraño y enigmático.
Además, la órbita de Faetón lo lleva tan cerca del Sol que su superficie alcanza los 800º. Es decir, que tiene la apariencia de un asteroide, y de hecho siempre aparece como un punto en el cielo, como miles de otros asteroides, y no como una mancha borrosa con una cola, como los cometas, pero en realidad su comportamiento y su órbita es la de un cometa.


El enigma que lo rodea responde también a que los científicos, hasta hace unas décadas, siempre vinculaban las lluvias de meteoros conocidas con el paso de cometas activos y no con asteroides. Por esa razón se empezó a especular que Faetón era un cometa muerto, pero los cometas son de color rojo y no azules, por lo que el debate sigue generando dudas.
Faetón, que mide 5,1 kilómetros, gira alrededor del Sol cada 1,4 años en una órbita muy cercana a él. Su próximo máximo acercamiento a la Tierra se producirá en 2026. Su comportamiento indica que cuando a mediados del mes de diciembre la Tierra atraviesa la corriente de escombros que deja el asteroide apodado ‘La roca de Navidad’ en su órbita, se produce la lluvia de estrellas, que son los objetos estelares que dejan una estela de gas y polvo al entrar en la atmósfera terrestre, brillando mientras se desintegran en estado de incandescencia. Ese fenómeno se produce a 100 kilómetros de la superficie de la Tierra y los meteoros que entran en contacto con la atmósfera lo hacen a una velocidad de 35 kilómetros por segundo.
Esta noche puede ser una buena oportunidad para contemplar este fenómeno, ya que la Luna, en fase de cuarto creciente, dejará de ser visible a medianoche. Lo cierto es que lo que contribuye la astronomía con esta lluvia de estrellas tan navideña, brillante e intensa, no suele acompañarlo la meteorología, ya que las nubes cubrirán gran parte España e incluso en numerosas zonas puede llover a las horas de máximo avistamiento de meteoros.


MÁS INFORMACIÓN



El nombre de Gemínidas proviene de la denominada lluvia de estrellas, que parece surgir de la constelación de Géminis, de la que toma su nombre, pero como se ve por todo el cielo ni tan siquiera hace falta saber dónde está esa constelación. Para afinar la mirada al punto exacto del cielo donde se verán mejor, lo ideal es buscar el radiante de las Gemínidas, es decir, el punto de la esfera celeste en el que parecen converger todas las trayectorias de las diferentes estrellas fugaces, y alejarnos unos 30º de él, según la Sociedad de Observadores de Meteoros y Cometas de España (SOMYCE).
Además, el fenómeno astronómico de las Gemínidas coincidirá este año con otro: una pequeña luz verde en la constelación de Tauro originada por el paso del cometa 46P/Wirtanen.
Lo único cierto de las Gemínidas de este año, siempre con la incertidumbre de la meteorología para poder contemplarlas, es que quien no las vea ya no podrá hacerlo hasta 2020, ya que en la cúspide de las Gemínidas del año que viene habrá Luna llena y su luz impedirá ver el espectáculo brillante y navideño de las conocidas como estrellas fugaces junto ella

lunes, 3 de diciembre de 2018

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Estamos viviendo un periodo crucial. Los científicos nos dicen que solo tenemos 10 años para cambiar nuestros modos de vida, evitar de agotar los recursos naturales y impedir una evolución catastrófica del clima de la Tierra.