miércoles, 20 de septiembre de 2017

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Es mi sentido de la vida
es para lo que yo nací
porque libando néctar
yo soy un colibrí feliz
Tenemos una vida corta
que hay que aprovechar
por eso cada mañana
salgo temprano a volar.
Siento los rayos del sol
y voy buscando una flor,
y al hallar la más bella
le entrego todo mi amor.
Le canto en voz baja
como un susurro quizá,
ella se siente halagada
Que el romance vendrá
y ya no les cuento más
Solo les puedo añadir
porque soy un caballero
que ella afirma que yo
le canto como un jilguero.

lunes, 4 de septiembre de 2017

Una doncella mapuche de 900 años SAN MARTÍN DE LOS ANDES.


Una doncella mapuche de 900 años

El hallazgo del más antiguo enterramiento tribal para la zona que va de Hua Hum a Chapelco Chico se produjo en pleno ejido de San Martín de los Andes. Se trata de los restos de una mujer, cuyo ADN mitocondrial es compatible con la actual etnia mapuche.

28 MAY 2016 - 00:00



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El enterramiento nativo de una mujer que los arqueólogos han dado en llamar “la doncella de los Siete Manzanos”, reveló restos con una datación de 900 años en la zona de Chacra 30 de esta ciudad, y ADN compatible con la actual etnia mapuche, según confirmaron arqueólogos del laboratorio de Etnohistoria del proyecto Lanín-Collón Cura, integrado por la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Maimónides y la Fundación Azara, entre otras instituciones.
El trabajo es liderado por el arqueólogo Alberto Pérez y la paleontóloga Silvia Rosales, y se trata de un hallazgo entre muchos de los que ya forman parte de las investigaciones en marcha y que serán reunidos en el museo etnohistórico que se construye en San Martín de los Andes, el primero en su tipo de la Patagonia (ver recuadro). Sin embargo, el desenterramiento de la “doncella” es el más antiguo.
En diálogo con Radio Nacional de esta ciudad, Pérez, manifestó su sorpresa por la antigüedad de los restos, que datan del año 1300 de nuestra era aproximadamente, y que formaron parte de un asentamiento integrado a una misma tribu situada en distintos parajes de la cuenca Lácar, cada uno de ellos en emplazamientos propios.
“Es un asentamiento como muchos que hay en la cuenca Lácar y dentro del actual ejido urbano, son residenciales y funerarios, casi en pleno centro y en general de una antigüedad de 500; pero este es de un período alfarero temprano, datado entre el 900 y el 1300 de nuestra era”, explicó Pérez.
La zona de Chacra 30 constituye la actual área de expansión periférica de la ciudad, ubicada a unos 14 kilómetros al este del casco histórico por el eje de la Ruta Nacional 40.
“La población estable estaba asentada en unos seis parajes distintos desde Hua Hum hasta Chapelco Chico; en aldeas donde vivían familias extensas, que eran autosuficientes pero pertenecían a una misma zona tribal; una tribu dividida en distintos parajes”, apuntó el arqueólogo.
Estudios
Análisis genéticos realizados sobre los restos permitieron determinar la existencia del “grupo mitocondrial ‘A’”, que analiza el linaje genético materno y que “se corresponde con lo que hoy conocemos como mapuches”. “En toda la zona no encontramos descendientes de Tehuelches, que se corresponden con el grupo mitocondrial ‘D’”, afirmó Pérez, ante una consulta sobre la frecuente polémica respecto de los orígenes de los habitantes de la zona.
En el área de cobertura del proyecto arqueológico “teníamos secuenciados hasta 500 años (de antigüedad) y ahora tenemos hasta 900, y en todos los casos son antecesores de los pueblos mapuches...”, enfatizó.
Del mismo cuerpo se extrajeron muestras que, mediante análisis de isótopos estables radiactivos, permitieron establecer que “vivían sobre todo de la recolección de vegetales: frutas, tubérculos, hongos, flores... y también algo de pesca”.
Además, refirió Pérez, “tenían un fuerte desarrollo en la musculatura de los miembros superiores, que creemos es producto de una intensa actividad de molienda o también por el uso de la canoa por los lagos...”.
Los restos, que datan del año 1300, formaron parte de un asentamiento integrado a una misma tribu situada en parajes de la cuenca Lácar.
“Teníamos secuenciados hasta 500 años y ahora tenemos hasta 900, y en todos los casos son antecesores de pueblos mapuches”,
destacó el arqueólogo Alberto Pérez, que lidera el proyecto.
San Martín de los Andes




QUÉ TE GENERA ESTA NOTICIA

sábado, 2 de septiembre de 2017

que causó la extinción de los neandertales”,

La civilización terrestre se ha desarrollado con sólo una especie humana. Pero podía haber sido de otro modo. Hasta hace unos 40.000 años, un parpadeo en tiempo geológico, al menos otro pariente próximo compartía este planeta con nosotros. Eran los neandertales, nativos euroasiáticos hoy resarcidos de su imagen de brutos gracias a los hallazgos científicos, que los han redescubierto como una especie muy parecida a la nuestra en múltiples aspectos. Pero hay algo que seguimos sin saber sobre ellos, y es por qué ya no están con nosotros.
Conocemos a los neandertales desde el siglo XIX, pero durante décadas pasaron por ser una especie primitiva, justamente extinguida frente a la superioridad intelectual de los sapiens. Los signos de canibalismo hallados en 1899 en Krapina (Croacia) afianzaron su imagen de bárbaros salvajes. Desde entonces ha transcurrido mucho tiempo y se han desenterrado muchas pruebas que han lavado la cara al pueblo neandertal. Como nosotros, fabricaban herramientas, se vestían, controlaban el fuego y enterraban a sus muertos. Poseían la misma variante que nosotros del gen FOXP2, esencial para el lenguaje, por lo que probablemente hablaban. Tal vez pintaban y grababan en las paredes de las cuevas. Y en cuanto al canibalismo, no sólo los sapiens también lo hemos practicado, sino que incluso es posible que algunos neandertales fueran devorados por nuestros antepasados.
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Dos reconstrucciones del hombre neandertal. Crédito: Biblioteca del Congreso / Wikimedia Commons.
Todo lo cual refuerza la pregunta: si eran tan semejantes a nosotros, ¿por qué desaparecieron? Dado que neandertales y sapiens sólo coincidieron en Europa durante unos 5.000 años tras la llegada de los segundos desde África, la hipótesis tradicional asumía que en la competencia por los recursos sólo pudo quedar una especie humana; los neandertales resultaron perdedores, bien por conflicto directo o quizá por un cambio climático que les afectó en mayor medida por su dieta más restringida y sus mayores necesidades energéticas.

La capacidad de organización pudo ser clave

En años recientes ha venido a sumarse una nueva teoría. Varios indicios, tanto anatómicos como arqueológicos, apuntan a la posibilidad de que los neandertales tuvieran menor capacidad de organización social que los sapiens, lo que los habría hecho más vulnerables en tiempos de escasez. En 2014, un análisis de genomas neandertales dirigido por el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania) y publicado en la revista PNAS reveló que nuestros parientes tenían una baja diversidad genética y que vivían en grupos pequeños y aislados. En comparación con los sapiens, los neandertales poseían menor variedad en ciertos genes relacionados con el comportamiento, en concreto con rasgos como la hiperactividad y la agresividad.
¿Podrían estas diferencias genéticas explicar un distinto comportamiento que hubiera perjudicado la supervivencia de los neandertales? El coautor principal del estudio, Sergi Castellano, se muestra rotundamente cauto: “Desconocemos el efecto fenotípico de estas variantes genéticas, así que no apoyan ninguna teoría ligada al comportamiento”, dice a OpenMind. La dificultad, agrega, estriba en inferir rasgos de conducta a partir de los genes. Según el investigador, actualmente se trabaja en esta línea introduciendo las variantes de neandertales y sapiens por separado en ratones, “pero se necesitan años de experimentos” para llegar a alguna conclusión, subraya.
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Una reconstrucción de un hombre neandertal en el Museo de Historia Natural de Londres. Crédito: Paul Hudson.
Sin embargo, hay alguien que trata de avanzar en esta vía utilizando otro enfoque, el de la psicología evolutiva. Glenn Geher, de la Universidad Estatal de Nueva York en New Paltz, se basa en el hecho establecido de que la mayoría de los humanos actuales, exceptuando a los subsaharianos, conservamos en nuestro genoma en torno a un 2% de ADN neandertal, fruto de los antiguos cruces entre ambas especies. Geher recluta a voluntarios dispuestos a aportar un análisis genético de su “neandertalidad” y los somete a un amplio test de comportamiento y personalidad. Utilizando la metodología clásica en psicología, el investigador correlaciona después la mayor o menor presencia de variantes neandertales con rasgos de conducta.
Utilizando este enfoque, Geher ha encontrado una correlación “pequeña pero estadísticamente significativa” entre porcentaje de genes neandertales y facetas de la personalidad, según expone a OpenMind. Y curiosamente, los resultados son “consistentes con este tema básico sobre la sociabilidad de los neandertales”. En concreto, el psicólogo ha observado que los individuos con mayor grado de “neandertalidad” genómica sienten aversión hacia los extraños y tienen mayor tendencia al nerviosismo y a la ansiedad, rasgos posiblemente relacionados con una menor sociabilidad. Geher considera que su estudio puede abrir “una nueva vía para explorar la naturaleza de nuestros primos ancestrales, así como las razones de su desaparición”.

Sin pruebas concluyentes

A la hipótesis de la socialización aún le queda mucho camino por recorrer, si es que antes no llegan nuevas pruebas que la invaliden. El pasado mayo, investigadores franceses y belgas publicaban en la revista Nature el hallazgo en la cueva de Bruniquel, al suroeste de Francia, de un conjunto de grandes círculos construidos con pedazos de estalagmitas. Con unos 176.000 años de edad, estos anillos de piedra atribuidos a los neandertales se cuentan entre los ejemplos más antiguos de construcción humana. Los autores del estudio escribían: “Nuestros resultados sugieren que el grupo neandertal responsable de estas construcciones tenía un nivel de organización social más complejo que lo asumido hasta ahora para esta especie”.
El coautor principal del estudio, Jacques Jaubert, de la Universidad de Burdeos (Francia), señala a OpenMind que en su opinión no hay motivo para imaginar grandes diferencias en el modo de vida entre los neandertales y los humanos modernos que vivieron en el mismo período, aunque ambos grupos cambiaran a lo largo del tiempo. En cualquier caso, Jaubert subraya que los círculos de Bruniquel, construidos 120.000 años antes de la extinción de los neandertales, son demasiado antiguos como para arrojar alguna luz sobre la cuestión.
“Ciertamente, no hay una única razón que causó la extinción de los neandertales”, concluye Jaubert. Nada parece indicar que este misterio prehistórico vaya a resolverse pronto. Sin embargo, para Geher hay otra interpretación del asunto. Y es que, dado que miles de millones de humanos llevamos herencia neandertal latiendo en nuestros genes, en cierto modo aún están presentes, lo que lleva al psicólogo a parafrasear a Mark Twain: “Yo diría que la noticia de la extinción de los neandertales ha sido tremendamente exagerada”.
Javier Yanes para Ventana al Conocimiento
@yanes68