Estoy buscando el tesoro del abuelo .El me lo dejó para cuando yo fuera padre. Ahora tengo un hijo maravilloso y deseo encontrar esas riquezas para él.
He caminado mucho, siempre con el mapa en la mano y algunas indicaciones en mi memoria, ansioso, emocionado de encontrarme con el regalo del anciano.
Casi agotado llegué a un bosque, despejando con mis manos la espesura. Al llegar al lugar miré asombrado la joya más preciosa que mi abuelo nos había legado; una cristalina cascada de agua, saltaba musical y formaba entre las rocas musgosas, una pequeña laguna. Lloré, pues había cruzado todos los desiertos.
ANA MARIA MANCEDA
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